Madrid en tiempos de pandemia
Actualizado: 19 oct 2020
Más allá del exceso de noticias sobre las medidas de distanciamiento social que recorren el mundo, es bueno saber cómo se vive diariamente en la ciudad. Contado en primera persona.

Desde que se declaró la emergencia sanitaria, Madrid cambió por completo su actividad y se fue transformando y adaptando según las medidas que disponía el gobierno.
Cómo es la nueva normalidad
“No debemos esperar volver a la normalidad, porque lo normal no estaba funcionando.”
La pandemia no sólo cambio los paradigmas con los que estábamos acostumbrados a vivir y las costumbres, sino que cambió los estilos de vida, las actividades y hasta las ciudades se ven distintas.
La mascarilla
Si bien la realidad que se vive hoy en día es bastante más amigable que la que se vivió unos meses atrás, hay medidas impuestas que llegaron para quedarse.
La mascarilla es un ejemplo. En todo el territorio Español, es obligatorio el uso de la mascarilla ya sea caminando por la calle o para ingresar a cualquier tienda. En el caso de los restaurantes, esta permitido quitársela una vez se haya hecho el pedido de la comida. Y las multas por no utilizarlas alcanzan los 200 euros y ha habido casos de detenciones.
Fumadores
“Fumar mata”
Una de las últimas medidas que adoptó el gobierno de España, es la prohibición de fumar en la vía pública ya sea caminando por la calle o inclusive en las terrazas de los bares al aire. Siempre que no se cumpla la distancia mínima de seguridad de dos metros, fumar puede ser sancionado y multado.
El día a día
Aunque la vida diaria esta siendo bastante similar a como era antes de la pandemia (exceptuando el uso de las mascarillas) hay ciertos indicios que nos recuerdan constantemente que el Covid aún sigue presente.
Una de las industrias más afectas con toda esta situación, es la hostelera. Madrid siempre se caracterizó por ser una ciudad con infinitos planes y opciones de ocio las 24 horas, los 7 días de la semana.
Hoy en día, si bien los restaurantes están abiertos, el aforo está limitado al 50%, lo que hace que sea imprescindible reservar con cierta anticipación si queremos comer en cualquier sitio de la ciudad.
Por otro lado, los horarios de cierre se redujeron a las 10 de la noche, aunque hay una hora más de gracia para dar tiempo a los comensales a terminar la cena.
En cuanto a las discotecas y clubes nocturnos, por el momento, no hay indicios de que vuelvan a abrir en el corto plazo.
Y muchos de los grandes hoteles de la ciudad aún siguen cerrados y sin miras de una pronta apertura.
Ante la creciente ola de contagios que se está viviendo en toda la península, muchas de las medidas que se habían ido flexibilizando, han tenido que volver hacia atrás. Así es el caso de la reducción en la cantidad permitida de grupos de reuniones a 6 personas ya sea en lugares públicos o privados.
Cuando me preguntan cómo es la vida acá, y como se está viviendo, mi respuesta suele ser bastante optimista.
La incertidumbre se palpa en el ambiente y esta presente en cualquier conversación. La duda del posible confinamiento asecha en todo momento. Así es el caso de Cataluña, que la nueva disposición determinó cerrar todos los bares y restaurantes por 15 días.
Muchas empresas siguen tele trabajando pero también hay otras que han vuelto a su rutina habitual de oficina.
Moverse en transporte público se ha vuelto un poco más cómodo ya que no hay abarrotamientos de gente en horas pico.
Las tiendas de todo tipo se encuentran abiertas, pero es obligatorio el uso de alcohol en gel antes de entrar.
Y a día de hoy no esta permitido moverse entre ciudades y ni salir del municipio donde uno reside.
En cuanto a la situación laboral, los indices indican que hay muchos ciudadanos desempleados, que aún no pueden cobrar los subsidios, trabajadores en ERTE, y empresas que amenazan con olas de despidos si no reciben ayudas del gobierno.
Lo cierto es que como en cualquier crisis, gana quien lucha por lo que quiere. Hay opciones de trabajo en diferentes industrias y para quien quiera trabajar. Pero hay que estar dispuesto a sacrificarse y aceptar que los tiempos de transición siempre requieren un esfuerzo que nos lleva a salir de la zona de comfort.